miércoles, 19 de mayo de 2010

El viento seduce la atmosfera intangible, el olvido que seremos se esfuma entre la tarde de unos labios tristes, la palabra Eureka sin inventiva alguna reposa tímida sobre el comedor de tres payasos nombres sin relatos viajes.
La ausencia permanece entre dos líneas de la calle y los pasos vacilantes de un zapato roto. Las escaleras que conducen a un laberinto de ladrillos anagramas, las arquitecturas variables y los anónimos recintos. La espera de una mujer embarazo con tres recuerdos en los bolsillos y una lluvia que deletrea el aire.
Desdibujados celestes en la mirada altiva, un columpio en rotación discontinua y la palabra adiós de una madre alcohólica.
Dos gaviotas gallinazos circundando el azul grisáceo, los objetos en acumulación pirámide en la extensión del tercer piso llamado terraza, una muñeca de trapo entre los depósitos naranjas y el sonido artificial de un pájaro estatua entre los árboles.

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